Si miro a mi infancia, probablemente este podría haber sido el cumpleaños más desastrozo de mi vida, sin embargo fue perfecto porque no tuve una torta hecha en casa, pero nos alcanzó el dinero para comprar una (aunque estaba totalmente fuera del presupuesto), porque tuve amigos que se acordaron de llamarme o escribirme sin necesidad de hacerles saber ese dato, porque no tuve un regalo envuelto en papel, pero como a las siete de la mañana una personita preciosa me dio el abrazo más hermoso e intenso que jamás había recibido, obviamente sin tener idea de nada pero con el sólo amor que la caracteriza, mi hermosa Matilde.
Mi último posthabla de las cosas que tenía para agradecer a Dios en este nuevo año. No puedo negar que hay cosas que me hacen tambalear: mi examen, la falta de trabajo de Jorge, la dirección del GBU. Pero prefiero ver estas cosas como situaciones donde el Señor se manifiesta en su perfección.
"Nada sé sobre el futuro,
desconozco lo que habrá,
es probable que las nubes
mi luz vengan a opacar.
Nada sé sobre el futuro
más Jesús me sostendrá,
yo le sigo decidida,
pues él sabe lo que habrá.
Muchas cosas no comprendo
del mañana con su afán,
más un dulce amigo tengo
que mi mano sostendrá".
